narraciones

No lejos del actual aeropuerto despegó, un 14 de junio de 1919, un bombardero Vicker Vimy, el biplano había sido bombardero, ya que, en lugar de bombas, traía depósitos adicionales de combustible. Iba pilotado por John Alcock, un veterano de la guerra del 14, acompañado por Arthur Brown quien fungió como copiloto y navegante. Les tomó 16 horas llegar a la costa de Irlanda y con ello hacer historia, habiendo logrado el primer vuelo transatlántico sin escalas, mejorando por mucho los ¡19 días! que le había tomado dos meses antes a un hidroavión de la armada estadounidense “volar” de Nueva York a Lisboa, una ruta innegablemente más larga y en la que hubo que incluir escalas en Massachusetts, Halifax, Terranova y las Azores. A pesar de todo el esfuerzo desplegado, la inclusión de tres hidroaviones y el apoyo de 22 destructores marcando la ruta, obviando tiempos muertos y de reparaciones, el aparato que completó la ruta, el NC-4, estuvo mas de 25 horas volando para cubrir la distancia entre Terranova y Lisboa, nueve horas más que el Vimy. Medio año más tarde de su vuelo transatlántico, Alcock, quien había sido nombrado caballero por su hazaña, perdió la vida en un vuelo de exhibición cerca de París.

No fue sino hasta 1927 cuando Charles Lindbergh, se volvió famoso por volar en solitario su Spirit of Saint Louis que pilotó de Nueva York a París. Al aterrizar reconoció que fueron Alcock y Brown quienes fueron los pioneros que lo habían inspirado a sobrepasar su hazaña.

De Gander salieron muchos de los bombarderos fabricados en Norteamérica que pelearon en Europa durante la segunda guerra mundial. Se mantuvo muy activo una vez acabada la guerra ya que el limitado alcance de los aviones comerciales de los años 50 y comienzos de los 60 obligaba a las compañías aéreas a realizar una o más escalas si querían que sus vuelos fueses rentables (más pasajeros y menos combustible).

La terminal de pasajeros actual fue inaugurado en 1959 con gran pompa por la reina Isabel segunda, pero aquella época dorada no duró mucho. Avances tecnológicos, la optimización de materiales y el fin de la guerra fría convirtieron a las escalas de re-abastecimiento en cosa del pasado.

El aeropuerto de Gander penaba por sobrevivir. Se le designó como puerto de emergencia para aeronaves que requerían aterrizajes de emergencia, la pista estaba habilitada para incluso recibir al transbordador espacial de la NASA.
Su canto del cisne llegó el 11 de septiembre del 2001, cuando, tras los ataques a las torres gemelas, Estados Unidos cerró su espacio aéreo a todos los aviones que no se hallasen ya en él. 38 vuelos provenientes de Europa fueron desviados a Gander que acogió a 6500 “refugiados”. Lufthansa como agradecimiento a aquel gesto ha bautizado uno de sus Airbuses A340 con el nombre de Gander.

En mi lista de pendientes está visitar el museo de la aviación en Gander y aprovechar camino a él para recorrer las solitarias carreteras de Terranova que llevan de una cala a otra, de un lago a otro, brindando variados balcones a horizontes infinitos desde el contorneadísimo finisterre de Canadá.